domingo, 11 de noviembre de 2012

El Nido se halla en el Norte de Palawan

EL NIDO, TIME TO RELAX

El Nido es una pequeña villa pesquera, volcada al turismo, situada al Norte de la isla de Palawan.

El devenir de esta isla sufre una evolución parecida a las islas menores de las Filipinas, pues los españoles a comienzos de la dominación colonial se centran prácticamente en expandirse por la isla que alberga Manila (Luzón). El resto de las islas (como Palawan) no adquirirán protagonismo en las reformas administrativas españolas hasta el siglo XIX, época en la que España ha de reforzar sus fronteras para evitar que las potencias internacionales (asentadas muy fuertemente en el sudeste asiático) les arrebate las Filipinas (que dentro del imaginario colectivo peninsular español equivalía a Manila y su isla de Luzón). Sí es cierto, que anteriormente al siglo XIX hubo asentamientos españoles en la isla de Luzón (de hecho la antigua capital española- Tay Tay- data de XVII), sin embargo hasta el siglo decimonónico el poder español en la isla fue mínimo. De hecho, si analizamos la fundación de las ciudades más importantes (tal es el caso de su actual capital Puerto Princesa, que recibe el nombre en honor de la princesa Eulalia -hija de Isabel II-) datan del siglo XIX.

Precisamente, mi aventura comenzó en Puerto Princesa, al ubicarse allí el aeropuerto. Tras recorrer tras más de 5 horas en una furgoneta mágica (por tener la facultad de sacar asientos de cualquier lado de su diminuto espacio, albergando en su seno a casi 20 pasajeros) llegamos al el Nido. Un lugar paradisiaco, donde cualquier mortal puede encontrar la tranquilidad a divisar sus fabulosas playas.
Dado la multitud de isla que rodean a esta villa, los tours en los barcos se han convertido en su gran atractivo. A pesar, de la multitud de compañías familiares existentes, uno sólo puede elegir 4 rutas, las cuales independiente de la empresa tienen el mismo precio. Un precio bastante barato porque un día entero en el mar, con comida incluida (siendo esta bastante copiosa y de calidad) puede rondar unos 20 euros.


El viaje en el mar intensifica la calidad de esta villa: la tranquilidad  y no haber tiempo para las preocupaciones. De hecho, en el mar vivimos un desafortunado episodio queda patente este estilo de vida. Pues en unos de nuestro viajes nuestro pequeño barco perdió su elice. Gracias a la ayuda de otro barco pudimos ser remolcados a otra isla, donde preguntamos al marinero y ahora qué. Su única respuesta fue RELAX y tumbarse. Sin embargo tras realizar unas llamadas pudimos continuar nuestro viaje siendo nuevamente remolcado por otro barquito, pudiendo llegar a lugares que podrían ser tildados por los amantes del buceo como joyas en bruto.


Este episodio sin duda puede sintentizar el estilo de vida de estas gente, que trasmite desasosiego y relax a cualquier mortal, siempre ofreciendo al visitante su mejores sonrisas y trasmitiendo la familiaridad de su villa.









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