miércoles, 5 de noviembre de 2014

Hakone Daimyo Gyoretsu: Un festival peculiar



Cada 3 de noviembre la turística ciudad de Hakone, situada a una hora y media de Tokyo, celebra su procesión conocido

Hakone Daimyo Gyoretsu. Se trata de un desfile donde se representa el viaje que anualmente hacía el señor feudal de la región hasta Edo (nombre que hasta 1868 se conoció a Tokyo, la actual capital nipona). 

Por su cercanía a Tokyo (dos horas en tren), por ser día festivo en Japón (al celebrar el día de los museos) y por mi fascinación por las procesiones por ser una expresión de la cultura local, me traslade hasta esta lindo pueblo de Hakone, conocido por sus balnearios y su rica naturaleza. Con esas ganas tremendas de encontrarme con el bullicio y   Las normas en Japón están para cumplirla y aquí la  anarquía con cierto control que reina en las aglomeraciones del populacho no está bien vista. En ese momento, pensé que haría el pobrecito de ese policía si le dejase guardar el orden de una procesión en pleno Domingo de Pascua, donde, a veces,  el paso de las divinidades es el único que ponen en orden de posicionamiento de todas aquellas que se disponen a ver la procesión. No tanto por la fe que le puede tener a la imagen sino más bien al ver el espectador peligra su integridad al poder ser arrollado por los costalaros o bastoneros.
marabunta de mis queridas procesiones de Andalucía fui buscando la procesión. Al hacerlo, me sorprendieron la cantidad de policías para guardar la seguridad, cumpliendo a raja tabla este cometido. Pues recuerdo como me sitúe en una esquina fuera de la acera con gran espacio para que pasará el desfile. Sin embargo, el policía requería la atención de todos el que se salga de la acería, a pesar de que no se molestaba.


De la procesión de Hakone me sorprendió su absoluto orden y el colorido de las vestimenta de sus personajes. Me hicieron recordar la particular Semana Santa de mi villa natal, Puente Genil, por la caracterización tal como si se tratase de una especie de “carnaval” monotemático de sus personajes. Sin embargo, aquí en Japón me dio la impresión que el elemento del respeto religioso esta carente y que la procesión se había convertido en una oda festiva para rendir pleitesía a sus antepasados, los cuales antaño formaron un microcosmo social dominado por el señor de la región y su sequito. En este sequito del siglo XXI  destacaban las geishas por su gran número, el colorido de sus trajes  y el movimiento de sus abanicos que  a ritmo de una pegadiza canción movían con un gracia contenida.

                  

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