domingo, 14 de octubre de 2012


LA RELIGIOSIDAD FILIPINA

Si hay que describir el legado más importante que ha dejado el pasado hispano en Filipinas, sin duda, debemos de mencionar el arraigo que el catolicismo tiene en país. Algo que no ha de extrañarnos si tenemos en cuenta que básicamente el poder español en este archipiélago asiático estuvo basado en las órdenes religiosas. Fue tal la fuerza del cristianismo, que actualmente este punto asiático sigue mostrando su devoción por las imágenes sacras del catolicismo. Gracias a ello, al visitar hoy la Iglesia de Santo Domingo en Quenzon City (Manila) , parecía que me había transportado a mi Andalucía querida,  al poder disfrutar de las Navales de Santo Domingo.

La procesión dedicada a la Virgen del Rosario es popularmente conocida como las Navales de Santo Domingo. Debido a que la leyenda cuenta que esta imagen mariana de siglo XVI, donada a los dominicos ,  fue la responsable de la victoria de las fuerzas españolas que intentaba repeler un ataque holandés en esa centuria.  El pasado hispano de su veneración puede observarse en su trono, al ser un barco que recuerda a los Galeones de Manila (los cuales una vez por año surcaban las aguas del Pacífico para interconectar las Filipinas con el mundo hispano).  Hasta hace poco, esta procesión era la más populosa de Manila, sin embargo, este puesto le ha sido arrebatado por el Cristo de Queipo que se procesiona a comienzos de Enero.
Lo que más me ha sorprendido de esta procesión es su religiosidad, no en vano, la Iglesia donde se venera la imagen es el epicentro de la procesión. Así lo atestigua un templo a rebosar de gente que escucha la misa con la más absoluta fe, en medio de un calor sofocante que hace que el vaivén del abanico sea necesario. Tras finalizar la misa, comienza la procesión, presentándose desde el altar mayor los santos que acompaña a la Virgen. Su gran número me ha impedido contabilizarlos, pero creo que podrían andar sobre unos 20. Todos ellos se engalanan con las coloridas flores filipinas, sus pequeños pasos van tirados con la fuerza de los filipinos y a medida que se aproximan a la Virgen, dichos santos son más importantes. De hecho, los últimos son acompañados por autoridades y fieles, mientras que los primeros no aglutinan a tanta gente.
Tras una hora saliendo santos, llega el momento de la salida de la Virgen del Rosario. Cuando sale, personaliza su imagen, por todos agitan sus manos para decirle HOLA. Tras ello inicia su recorrido, sin apenas pararse, tras sí deja una hilera de devotos, que se arman de una vela y un rosario para acompañar a la Virgen. Las dulces marchas que acompaña a las imágenes andaluzas están ausentes y sólo puede escucharse rezos íntimos de acompañantes.  En el medio del recorrido, algunas casas celebran el paso con humildes fuegos artificiales, que acompañan al ruido de los cohetes. El ritmo de la procesión es frenético, ya que hay una ausencia de paradas de la virgen, pues en menos de 2 horas completa su recorrido, que es concluida con la despedida enérgica de sus devotos, que nuevamente suceden sus manos para decir, esta vez Adios.

Jamás en mi vida podré borrar de mi mente la imagen de esta procesión, una vista al horizonte, y en él sólo ser capaz de atisbar velas y más velas de la muchedumbre que invade la calzada para acompañar a su Virgen sagrada. 

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