Hoy, Sábado 10 de Septiembre, por fin mis pies han tocado las aguas del Pacífico. Y aunque el tiempo no acompañado a darme un baño completo, el entorno donde me he puesto en contacto con mi inseparable Océano no podía ser mejor: El Royal National Park de Nueva Wales de Sur.
Este Parque inmenso en extensión, sorprende por la abundancia de flora que existen él. Su dimensión es descomunal, así lo he podido percibir en el recorrido en coche que he realizado para llegar a una de sus playas. Pues desde que entramos en el Parque, hemos tenido que viajar más de 30 minutos para poder llegar a unas de sus playas.
Una vez que hemos aparcado el coche para acceder a su costa, hemos tenido que andar unos 30 minutos colina abajo para llegar a un lugar paradisiaco. A pesar de la distancia y la dificultad de la accesibilidad, la abundancia de su flora y el camino quasi virgen (pues muy pocas personas conocen esta ruta) me han trasladado a los tiempos de la exploración del Pacífico. Pues la ausencia de civilización y el esfuerzo que uno ha de hacer para proseguir nuestro camino (apoyando en los recursos naturales, como rocas y plantas) ha llevado a mi memoria el esfuerzo que los británicos tuvieron que hacer a finales del siglo XVIII para descubrir las tierras de Nueva Wales del Sur.
La aventura ha merecido la pena, pues no sólo me he podido trasladar al pasado, sino que mi recorrido ha terminado en un lugar único, una playa paradisiaca cuya magnitud de sus olas me han hecho recordar mi presencia en el Pacífico.
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