Por el afán
de descubrir en su totalidad el Pacífico, busque sus
aguas para sumergirme en ellas e interactuar con este inmenso océano.
El Océano Pacífico. Foto tomada desde Australia. |
En esta
ocasión en el marco de las islas de la Ryukuy, las islas más sureñas del Japón,
cuales si fueran las Canarias españolas permite al turista disfrutar de la
playa en pleno mes de noviembre.
Hasta la anexión de Japón, las Ryukye fue un reino independiente que por su posición geográfica comerciaba con Filipinas, Japón y China. |
Por su
ubicación geográfica, situada al norte de las islas Filipinas y al este de
Taiwán (Formosa) este archipiélago fue determinante a la hora de fijar las
fronteras del norte del Pacífico español en el siglo XIX. Las islas fueron
objeto del proceso de expansión del Japón decimonónico hacia los mares del Sur
(Nan´yo) y fueron incorporadas oficialmente a su estructura gubernativa en
1879. Su proximidad a los dominios
españoles en las Filipinas del norte y el ansia de nuevas tierras de los
nipones (fortalecidos tras ganar la guerra a China en 1895), condujo a España a
llegar a un acuerdo con el gobierno de Tokyo ese mismo año para fijar en el
canal de Bashi los límites entre ambas
administración. Al sur de dicho canal quedaron los dominios españoles en las
Filipinas y al norte los nipones, donde se hallarían Formosa (hasta la II
Guerra Mundial fue territorio japonés) y las Ryukyu.
Camp Kinser, Unas de las bases estadounidenses en Okinawa |
Como un
territorio más del Estado japonés, las Ryukyu sufrió las la II Guerra Mundial,
como prueba que en su marco se produjese la batalla de Okinawa en 1945 (que
consolidó la inminente victoria del bloque aliado sobre Japón). Una victoria
cuyas consecuencias cambiará el rumbo político de estas islas, porque Japón
tuvo que ceder la soberanía de estas islas a la administración estadounidense.
En 1972 serán devueltas, conformando la prefectura de Okinawa que alberga las
islas más meridionales de las Ryukyu. En la actualidad la extensión de las
bases navales norteamericanas por toda la isla de Okinawa recuerda este pasado.
Muchos de los habitantes de Okinawa, como hicieran muchos de los españoles de
los años ochentas que gritaban “Otan, de entrada, no”, reclamaban el fin de la
presencia militar. De este manera, este asunto se convierte en unos de los
problemas políticos principales del gobierno de Tokyo con respecto a sus islas en
Ryukyu.
Mas, las
mayoría de los japoneses cuando piensan en estas islas lo hacen pensando en sol
y playa. Gracias a ello su capital (Naha, en la isla de Okinawa) alberga un
aeropuerto con un gran volumen de vuelos nacionales-internacionales. Al resto
de sus islas (desde donde llegan las principales imágenes de playa
paradisiacas) se accede por ferry o también por avión (caso de Ishigaki). Dada
el precio para acceder desde Okinawa a las islas más cercanas (unos 6000 yenes,
unos 40 euros, viaje de ida y vuelta desde Naha) solo explore la isla de
Okinawa.
Esta isla posee unos 90 kilómetros, situándose su capital (Naha) en el sur. Naha no destaca por sus playas, por lo que ante mi deseo de sumergirme en las aguas del Pacífico busqué a unos 20 kilómetros a golpe de pedal una de las mejores, Mibaru Beach. Gracias al alquiler de una bicicleta tuve la libertad de explorar el terreno, desviándome de mi ruta para visitar Okinawa World.
Folckore de Okinawa |
Este
espacio, destaca por su espectacular cuevas y porque en su superficie alberga
una especie de centro comercial trajeado con la casas y el folklore del lugar.
Un cierto sentimiento de decepción me provocó este espacio, que parece estar más diseñado para el consumo
y que para explicar la cultura local. Sin embargo, al final de la visita me
alegré de haber puesto mis pies en este lugar por el espectáculo de danza donde
se muestra los bailes de la región, donde es característico las piruetas con el
gran tambor en mano de sus danzarines y la aparición de shisa (el dragón
característico de la isla).
Muestras de shisa. Para ver el origne de su leyenda: http://es.wikipedia.org/wiki/Shisa |
Tras
contemplar el espectáculo, volvía a emprender mi camino hasta la esperada
playa. Los desniveles del final del trayecto y el calor sofocante hizo que la
buscase como si se tratase del dorado. Al llegar, me sumergí en sus aguas para
saludar al Pacífico y darle las gracias por volverle a poder saludar. La
soledad, de no hallar prácticamente en la playa, hizo el momento más místico.
Con la alegría de reencontrarme con este gran amigo, puse de nuevo mi bicicleta
en el camino para llegar a Naha en las 2 horas que mi distanciaba.
Castillo Shuri |
El cansancio
me hizo sucumbir rápidamente cuando llegue a mi hostel, lo que me ayudó a
recobrar mis fuerzas para encauzar la siguiente jornada en el castillo Shuri y
poder empaparme un poco de la historia de la isla. Desafortunadamente, este
palacio que se convirtió en la sedad del palacio del reino de las Ryukuy, fue
convertido en cenizas en la mencionada batalla de Okinawa (1945). Sin embargo,
gracias a los trabajos de reconstrucción su belleza se puede contemplar en la
actualidad, reconociendo la misma la lista de Patrimonio de la Humanidad de la
Unesco.
Resort Rizzan sea Park Hotel- Tancha Bay |
Mis días acabaron en un resort, gracias a las grandes ofertas existentes en la
ahora temporada de invierno donde las temperaturas en Okinawa se sitúa en torno a los 25º grados y. Buen clima para disfrutar de la playa, sino fuera porque a
los japoneses no le gustan bañarse si el agua del océano no está un poco
calentita (unos 20º). Al situarse a unos 15º, podrás tener la playa
prácticamente para ti. Por ello, es muy
recomendable viajar hasta Okinawa en esta temporada baja porque hace calor para
bañarse en la playa, precios bajos y no hay aglomeraciones.
Gracias a
todos estos factores, mi estancia en Okinawa me ha servido para desconectar del
mundo que corre a pasos agigantados en la capital tokiota, y volver relajado
y feliz por reencontrarme con mi
“Pacífico”.
Castillo Shuri |